Empresa busca hácker

29 septiembre, 2014 | adm | INSÓLITO

Empresa busca hácker

Empresa busca hácker, es la tendencia de algunas compañías que necesitan ‘piratas’ para que puedan examinar sus debilidades, ahora jóvenes especialistas españoles hacen carrera en los Estados Unidos.

A J. al salir del portal le pusieron las esposas y fue a la comisaría. Se lo olía. Era noviembre de 2012. Desde agosto, este experto en pirateo informático de 26 años, sabía que tarde o temprano recibiría esa visita.

La policía española lo llevaba preso durante algo menos de un día a comienzos de noviembre. La culpa, su curiosidad. Vio una máquina expendedora de billetes en Atocha estropeada, se puso a investigar y descubrió que todos los archivos donde se guardaban las tarjetas de crédito de los clientes estaban accesibles en Internet, sin cifrar.

J. cumple todos los requisitos para un puesto que no se publica en Linkedin, sino que se demuestra poniendo a prueba contraseñas, sistemas de seguridad, vigilancia y control. Sus formas rozan la frontera de la ley. Según Glassdoor, una web de comparación de perfiles y salarios, el salario de este tipo de háckers puede llegar al millón de dólares.

“Mandé un correo a Renfe, pero nadie dijo nada”, se excusaba con cara de no haber roto un plato. Profundizó en su conocimiento hasta alcanzar el sueño de todo hácker, presentar el caso en la DEFCON, la conferencia anual en Las Vegas.

“Normalmente lleva más tiempo, introducirse en un sistema es sencillo de contar, pero tiene mucha reflexión y estrategia detrás”, dijo. Otro joven español, A. P., mánager senior de una empresa estadounidense, entró a trabajar como penetration hacker (experto en colarse).

En agosto hizo un año que comenzó la relación laboral y en octubre cumplirá el primero en San Francisco. La modalidad va más allá de pantallas y teclados.

Si hace falta se hace físicamente, o con un disfraz, por todos los medios posibles en las empresas hasta conseguir una base de datos concreta, la clave del garaje o el sistema de turnos. “Me lo tomo como un reto y me pagan, muy bien, por romper cosas”, para referirse a reventar la seguridad.

La pizza es su mejor aliada. “A todo el mundo le gustan, así que haces de repartidor y tienes el acceso casi asegurado a muchísimos lugares”, dice con expresión pícara. Nunca se ha lucrado por los ataques, es lo que se llama “sombrero blanco”, búsqueda de errores para alertar de los mismos, documentarlo y que se corrijan.

Solo ataca a su compañía y a empresas integradas en esta. Una decena en los últimos dos años y varios edificios por toda la Bahía. El trabajo no termina nunca. Las comprobaciones son constantes. Cuando termina, comienza la ronda de nuevo para buscar nuevas filtraciones.

Quizá no sea el chico más popular de su empresa: “Pisas demasiados callos como para caer bien. A nadie le gusta que le digan que lo ha hecho mal, pero reflexionan y se dan cuenta de que es bueno ponerse a prueba”. A. P. dice que le parece natural que haya fallos:

“La proporción es indicativa. Por cada 12 o 15 que crean algo, hay uno para ponerlo a prueba. Los humanos cometemos errores, por supuesto”.

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